lunes, 19 de enero de 2009

INTRODUCCIÓN AL SILENCIO

(Texto sacado del libro” La Revolución del Silencio”, el pasaje a la No-Dualidad de Consuelo Martín, Dra. En Filosofía)



Una investigación nueva

Investigar en el silencio es algo que escapa a lo establecido y aceptado en los ámbitos mentales. Por ello una investigación así requiere una actitud lúcida y tan sutil que pueda descubrir la verdad en el instante en que se crea. Cuando se hace así no hay nadie que enseñe algo para que otros lo apliquen a su vida y vivan mejor. El bagaje de conocimientos que integra el proceso de la mente pensante es justo lo que nos proponemos deshacer.

Intentaremos romper la ilusión que hemos puesto en los saberes del pasado para guiar nuestra conducta. Y quizá sea posible descubrir en un instante lúcido la realidad del silencio en relación a la acción espontánea.

Lo importante en el camino de la realización de un ser humano es el momento de descubrir la verdad. A partir de entonces sobran todas las normas y experiencias del pasado. No se necesita recopilar la información para adaptarla a situaciones concretas del vivir. Las técnicas terminan su utilidad en el ámbito de lo técnico.
¿Que sentido tiene aplicar la astucia de lo temporal al espacio infinito de la vida atemporal? Para descubrir lo que es el silencio en relación a la esencia de nuestro vivir no necesitamos teorías científicas, psicológicas, modernas o antiguas.

El momento en que se descubre algo de lo que no se había tomado conciencia, el momento de darse cuenta es lo esencial. El nacimiento de algo nuevo es lo único valioso para renovar nuestra vida. Y si cada uno de nosotros estamos atentos para que esto suceda en nuestra conciencia, habremos hecho un camino directo de penetración en la realidad.

¿QUE ES EL SILENCIO?

Llamamos silencio al preámbulo de la lucidez. Silenciar es acallar lo conocido, lo que ya ha caído en la confusión de los opuestos pensados. Por eso el silencio de las representaciones, de la interpretación relativa, es imprescindible para descubrir la plenitud de la lucidez. Y la lucidez no toma en cuenta el pasado. Es una conmoción, una revolución para la memoria repetitiva.

La astucia se mueve entre lo viejo ya sabido, la eficacia técnica también. Pero ahí, como en todo conocimiento empírico o sensorial, solo encontramos, en un último análisis, cierto intercambio de datos que se relacionan según reglas, sean físicas o sociales. Así las ciencias describen una interpretación de la realidad, entre las muchas posibles. Mientras que en el silencio es una lúcida apertura a lo real a lo desconocido.

El silencio es una música inteligente, callada sí, como se dijo, pero no muda. Porque en el silencio surge la inteligencia creadora, esa fuerza trascendente e inmanente que transforma la existencia humana.

Y la plenitud del silencio se puede expresar en palabras que impulsen sentimientos y acciones en creación incesante. Pero vivirla es ante todo dar paso a una revelación que es una revolución.

APRENDER A ESCUCHAR EL SILENCIO

Al adentrarnos en el silencio se irá deshaciendo la visión relativa, el conocer como relación entre representaciones pensadas. Y es entonces cuando se descubrirá aquello que para e pensamiento relacional es imposible: la presencia de lo uno, la unidad de conciencia. Y eso es una revolución total en nuestra vida, abierta a la plenitud del ser.

Desde el silencio sabremos que todo lo que percibimos en el estado de conciencia dual no son sino maneras relativas de ver la única realidad absoluta. Mientras nos adentremos en el silencio dejaremos los métodos y los esfuerzos para conseguir ser algo en particular o vivir mejor. Y ha de ser así porque el silencio no es una cosa que pueda conocerse y adquirirse en el mercado de las convenciones ya sabidas y repetidas.

Aprender a escuchar el silencio es aprender a ser y vivir con autenticidad. Sólo lo auténtico es bello, por lo que la vida vivida desde la contemplación silenciosa de lo real es expresión espontánea de la belleza.

LA BELLEZA DEL SILENCIO


El silencio hace posible la melodía de la belleza, una melodía siempre viva pero habitualmente oculta tras las inquietudes que forman el ruido psicológico. Mientras escuchamos música aprendemos a escuchar el silencio, tamizado por el tiempo.

Los momentos de temporalidad inteligentemente seleccionados por los sonidos, destacan el silencio profundo que subyace en lo atemporal. Entonces el tiempo adquiere una dimensión nueva: la de la armonía y la belleza que inmoviliza nuestro ajetreo pensante.

Hablamos del arte nacido de la inspiración. Pero la belleza de lo real, la verdadera melodía de nuestro ser aún no se ha escuchado. Ni nadie podrá hacerlo jamás, ya que para escucharla es necesario serla y antes de que eso suceda ha tenido que desaparecer el “alguien”, el yo separado. La verdadera música del silencio estará siempre por descubrir hasta que se produzca la revolución primordial la disolución del yo separado de la belleza de la verdad.

Vivimos la belleza por alusiones a través del arte, la poesía o alguna situación puntual del vivir que nos empuje a dejar de soñar. Pero no podemos escuchar directamente la melodía del silencio sin desaparecer junto a nuestro mundo pensado.

El aprendizaje es una atención vigilante, es escuchar la plenitud del ser allí donde nada hay. Donde no aparecen cosas en que pensar, la presencia de lo verdadero se revela como lo único.

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